Bajo una lívida luz
corre y danza sin motivo
la Vida chillona, imprudente;
y así, en cuanto al horizonte
la noche voluptuosa asciende
apaciguando hasta el hambre,
borrando incluso la vergüenza,
el Poeta se dice: "¡Al fin!"
Mi espíritu, como mis vértebras
con fervor invoca el reposo,
lleno de fúnebres sueños,
voy a tenderme de espaldas
y a envolverme en vuestras cortinas,
¡oh refrescantes tinieblas!
FUENTE
Baudelaire, Charles; Las flores del mal; EMU; México: 2005, p.190.
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