lunes, 3 de marzo de 2014

Oliverio Girondo

PLAZA
Los árboles filtran un ruido de ciudad.
Caminos que se enrojecen al abrazar la rechonchez de los parterres. Idilios que
explican cualquiera negligencia culinaria. Hombres anestesiados de sol, que no se
sabe si se han muerto.
La vida aquí es urbana y es simple.
Sólo la complican:
Uno de esos hombres con bigotes de muñeco de cera, que enloquecen a las amas de
cría y les ordeñan todo lo que han ganado con sus ubres.
El guardián con su bomba, que es un "Manneken-Pis".
Una señora que hace gestos de semáforo a un vigilante, al sentir que sus mellizos se
están estrangulando en su barriga.


Buenos Aires, diciembre, 1920.

De Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.

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